LA MUJER QUE SE CONVIRTIO EN GUITARRA (MICRORRELATO)

Microrrelato 4 de jun. de 2021

Hubo una vez un músico llamado Rafaelillo Rincón, que amaba de un modo tan exagerado a la guitarra suya, que a todas horas estaba con ella, tocándola, acariciándola, escuchándola y sacándole los más bonitos sonidos que moraban en sus entrañas de madera, y, tan absorto y ocupado en ello estaba, que tenía en absoluto descuido cualquier otra actividad.
Carmelita Guindilla, su mujer, que lo amaba con inmerecida locura, padecía tanto con el nulo caso que su marido le hacía, que embargada por la tristeza lloraba mañana, tarde y noche.
Cierto día, bien aconsejada por su preocupada madre, que sufría viéndola desdichada, Carmelita fue a visitar a la bruja Anastasia que se había ganado merecida fama con su extraordinaria maestría para curar las adicciones.
Carmelita contó a la maga, con profunda tristeza, sollozante, las causas de su infortunio.
La hechicera, compadecida de ella, le dijo:
—Vamos a darle una buena solución a tu problema, bonita.
Del interior de un armario, donde guardaba varios frasquitos, escogió uno de ellos y entregándoselo le dio las siguientes instrucciones:
—Muchacha, debes ponerle a tu marido siete gotas de este mágico elixir (cada una de ellas reclamando la ayuda de las siete columnas que sostienen el firmamento) dentro de la taza de café o del vaso de vino que le sirves a tu marido.
—Tendrá que ser del vaso de vino, porque el café, a mi Rafaelillo lo pone de los nervios —reflexionó la esposa descuidada por su marido.
—Haz lo que acabo de pedirte y dentro de poco tiempo verás cómo se produce en tu esposo un cambio espectacular.
Carmelita puso siete gotas (cada una de ellas reclamando la ayuda de las siete columnas que sostienen el firmamento en los vasos de vino que, en las comidas, servía a su marido, que comía con la guitarra reposando en lo alto de sus piernas).
La pócima surtió efecto a los dos días. Transcurrido ese tiempo, el guitarrista arrojó lejos de él su instrumento musical creyendo que era una bicha, animal que para muchos supersticiosos trae malísima suerte. Y a continuación, viendo a su mujer convertida en guitarra, comenzó a tocarla como nunca la había tocado antes. Con una delicadeza, con una ilusión, con una ternura, con un arte, que ella se derretía de placer.
En vista del enorme éxito obtenido por Carmelita, todas sus amigas mal atendidas por sus consortes fueron a la consulta de la maga Anastasia para que, a los ojos de sus maridos las convirtiese en guitarras.

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