LA MARCA CIUDADANOS (MICRORRELATO)

(Copyright Andrés Fornells)
Mi abuelo Silvino solía decirme que él no era tan sabio como yo le creía, pues si alguna cualidad merecedora de mérito él poseía era la de haber vivido con los ojos abiertos, la mente abierta y considerar que aprender lo más posible de lo muchísimo que ignoraba era bueno para él.
A mi abuelo Silvino un día que le hice una pregunta que acababa de ocurrírseme, movió la cabeza desaprobadoramente. La pregunta fue:
—¿Qué piensas de la Política y de los políticos, abuelo?
—¿De veras te interesa saberlo? —entendí que mostrándose remiso.
—Sí. Es que en el cole don Sebastián, ese profe que lleva gafas y anda como recelando de si está poniendo sus pies donde más le conviene, nos ha dicho que son dos cosas extraordinariamente importantes para la gente.
—Bueno, te voy a contestar, pero poniéndote una condición: La condición es que nunca le digas a tu profe, cuyos ojos no me merecen confianza, la respuesta que voy a darte.
—¡Ah! No te preocupes, abuelo. Yo soy sangre de tu sangre, y don Sebastián no me toca nada.
No dije esto para contentarlo, se lo dije porque yo quería mucho a mi familia; la quería por encima de toda la demás gente que yo quería también, pero menos.
—Bien, muchachito. La Política es el arte de prometer a la gente lo que la gente desea hagan por ella. Y los políticos son los ejecutores de esas promesas. Luego, una vez conseguido el fin que persiguen, la Política y los políticos solo se ocupan de hacer lo que a ellos les conviene y no lo que les conviene a la gente que los ha votado.
Debo agradecer este entrañable recuerdo a que anteayer escribí en el título de mi corto e insignificante comentario la palabra: CIUDADANOS y tuve varios cientos de lectores, aunque sólo tres o cuatro decidieran que les había gustado lo escrito por mí.
Me gustaría que mi abuelo Silvino viviese todavía para poder preguntarle su opinión sobre este suceso que acabo de mencionar.