LA ESTACIÓN DEL AMOR (MICRORRELATO)

Julieta Pérez se había ilusionado desde muy niña con encontrar, cuando ella lo buscara, el amor. Pero cuando llegada a la pubertad lo buscó, no fue capaz de encontrarlo. Tampoco lo encontró al llegar a la adolescencia. Entonces, desesperándose, le escribió una carta al influyente dios Apolo pidiéndole ayuda. Apolo que se encontraba muy ocupado con las numerosas amantes a las que debía atender, se desentendió de ella mencionándole la primera estación que le pasó por la cabeza:
—Muchacha, coge el tren, bájate en la estación Idilio y allí encontrarás el amor.
Muy ilusionada, Julieta Pérez se subió en el tren que le había aconsejado el ocupadísimo dios Apolo, y cuando el convoy llegó a la estación Idilio, tras apearse tomó asiento en un banco y se quedó allí esperando.
Semanas más tarde estuvo toda cubierta de telarañas y con una sonrisa tierna inmovilizada en sus ingenuos labios. Las telarañas se las puso la decepción, y la sonrisa la esperanza.
A Julieta le he enviado a Romeo, un chico que también lleva toda su vida ilusionado con encontrar el amor.
Deseémosles que sean muy felices los dos juntos.

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