GEISHAS, DONCELLAS DEL AMOR CON ROSTROS DE PORCELANA (I) -VIAJES-


(Copyright Andrés Fornells)
La palabra geisha proviene de los fonemas chinos “Gei” que quiere decir arte, habilidad, y “Sha” que significa persona. Y eso es lo que representan las geishas: personas con habilidad en diferentes artes. El kimono que llevan se lo hacen a medida, y las más prestigiosas geishas poseen una variada colección de kimonos para distintas ocasiones y estaciones del año.
Las geishas modernas siguen viviendo en los okiya (casas de geishas) aunque las más experimentadas prefieren vivir en sus propios apartamentos. La elegante y alta cultura en que viven las geishas se llama Karyukai (mundo de las flores y los sauces). Los instrumentos que tocas las geishas son el shakuhachi (flauta de bambú) el taiko (un tambor) y el shamisen (un instrumento de cuerdas). Estas mujeres entrenadas para el gozo y entretenimiento de hombres importantes (especialmente en lo económico) dominan las canciones tradicionales, el baile japonés clásico, el sado (ceremonia japonesa del té) el kebaha (arreglos florales), la literatura y la poesía, añadiendo a lo anterior el exquisito arte de entretener y hacer pasar un tiempo agradable a los clientes.
Actualmente, Kioto mantiene todavía una fuerte tradición de geishas. Dos de sus más prestigiosos y tradicionales distritos de geishas son Gion y Pontocho. Las geishas nunca incluyen actividad sexual en sus actuaciones, aunque pueden algunas de ellas practicar sexo con algún cliente.
Fue tradicional para las geishas tener un donna (protector) que era un hombre adinerado, casado a veces y con recursos para financiar los costes del costoso entrenamiento tradicional de las geishas. Era muy habitual, especialmente tiempo atrás, que un donna comprase la virginidad de una geisha muy joven y la mantuviera como amante hasta cansarse de ella.
Las aspirantes a geishas estudian duramente para pasar de oshakus (doncellas) a geishas. La disminución de geishas ha sido considerable en los últimos cien años. Se calcula que ha descendido alrededor de un 70 %.
Quienes mantienen al pie de la letra la tradición, calculan el compromiso de servicio de una geisha, el tiempo que tarda en consumirse una varita de incienso.
Mucha gente fuera de Japón sobre todo, cree que las geishas son prostitutas, y ello es debido a que chicas que sí son prostitutas se hacen pasar por geishas aprovechándose así del prestigio que mantienen estas tradicionales artistas del entretenimiento.
Tradicionalmente, las geishas permanecen solteras y suelen retirarse cuando se casan, aunque no se retiran si tienen hijos mientras ejercen su profesión.
Sus antecesoras fueron las odoriko, bailarinas de profesión. Y si nos remon-tamos a muchos, muchos más años atrás llegamos las kabuki odori (bailarines de los teatro ambulantes). Estas bailarinas ya ataviadas con bellos kimonos de seda, se encargaban de bailar ante los samuráis, de realizar la ceremonia del té, servirles sake, y de tocar el shamisen (instrumento algo parecido a la guitarra, pero de tres cuerdas, y con un sonido muy melódico), Este baile era conocido como Okuni. La gran mayoría de las kabuki odori eran en realidad hombres. Este nombre significa la conjunción de tres habilidades. «Ku» de canto, «bu» de baile, y «ki» de expresión.
En el año 1779, las geishas fueron reconocidas como artistas protegiéndolas así de que cayeran, inevitablemente, en la prostitución. Pues la geishas sólo se encargaban de distraer a los hombres, con amenas conversaciones, con danza, o tocando el shamisen, sin que entrara en ello el acto sexual. Las geishas y maikos que bailaban se denominaban tachikata, y las que se dedicaban a tocar un instrumento, jikata. Las geishas y maikos, contaban con un pacto de silencio, por lo que cualquier hombre podía estar tranquilo con respecto a que ellas guardarían para ellas cuanto se dijera en su presencia.
En épocas pasadas las niñas eran vendidas a las okiyas, casas donde vivían todas las geishas, bajo la tutela de una geisha anciana (okami-san), a la que llamaban okaasan (madre). La niña vendida contraía una deuda con su compradora (por estudios, alimentación y ropas, que devolvería con el dinero que le pagaran los hombres que solicitaran sus atenciones. Durante su etapa de aprendizaje la futura geisha era llamada shikomi y realizaba tareas de servicio, y recibía clases de canto, baile, modales, ikebana, ceremonia del té, shodô, y además asistían al colegio para adquirir una importante educación.
Después de la II Guerra Mundial fue prohibida la venta de las niñas a las okiyas. Hoy en día, las geishas y maikos que existen en Japón son por decisión propia, por su deseo de conservar viva esta tradición y son muy libres de mantener o no relaciones sexuales, así como de tener un danna (amante).