EL FUTURO EN UNA LOSA (MICRORRELATO)

Óscar era un chico obsesivo, extraño y maniático. Siempre que salía a la calle, deliberada y sistemáticamente, daba el primer paso con el pie izquierdo. Cuando se veía obligado a pronunciar la palabra muerte se santiguaba acto seguido y, las noches de luna llena, permanecía encerrado en su casa con todas las cortinas bien cerradas para que ni un solo rayo lunar pudiera entrar y, a través de él una posible presencia de un licántropo.
Las mañanas de los fines de semana, Óscar se daba un largo paseo por la Avenida Central donde caminaba poniendo el máximo cuidado de no pisar ninguna raya de las que separaban las losas, convencido de que pisar alguna de ellas le traería muy mala suerte.
Otra acción suya rara consistía en contar sesenta y seis pasos, detenerse y decir en voz alta:
—Sesenta y seis.
Llevaba Óscar más de media hora realizando este entretenido ejercicio cuando al ir a poner el pie sobre una losa la encontró ocupada por un pie femenino. Concentrándose al máximo colocó el pie suyo al lado del otro pie. Respiró entonces aliviado porque durante un momento había corrido el riesgo de pisar una raya.
Levantó la cabeza y sus ojos quedaron presos de los ojos de la joven que había estado practicando su mismo juego. Ella dijo:
—Sesenta y seis.
Maravillado, Óscar también dijo:
—Sesenta y seis.
Ella sonrió encantada. Óscar sonrió encantado igualmente. Sin ellos tener conciencia de que se estaban buscando, acababan de encontrarse.
—Hoy es jueves día doce y justo a las 13 horas y un minuto hemos pisado a la vez, los dos la misma losa, la sesenta y seis.
Se cogieron las manos. Acababan de descubrir que habían nacido el uno para el otro.
—Tú te llamas Elena —afirmó él.
—Y tú llamas Óscar —aseguró ella.
—Nosotros dos, juntos, vamos a ser inmensamente felices.
—Sin la menor duda. Y no nos separaremos jamás.
Echaron a andar cogidos de la cintura, pisando el centro de las losas del paseo. Cuando habían dado ciento veintitrés pasos se encontraron delante de un restaurante. Entraron. Era la hora del almuerzo y los dos estaban hambrientos.
(Copyright Andrés Fornells)