FASCINADA POR UN HOMBRE HERMOSO (MICRORRELATO)

Lolita Manzana se consideró la chica más afortunada del planeta entero cuando Nico Tino empezó a fijarse en ella con un brillo de intenso deseo en sus bellos ojos azules. Nico Tino era guapísimo. Las chicas lo veían y deseaban abrirle el corazón y también otras muchas partes de sus femeninos encantos.
Lolita Manzana empezó a adularlo y a hacerle costosos regalos, empleando en tales generosidades el sueldo entero que ganaba de secretaria.
Su sacrificada madre, que corría con todos los gastos del hogar, amargada por un par de dolorosísimos desengaños amorosos tenidos en su vida de soltero y (alguno secreto de casada también) quiso advertirle:
—Hija, ten mucho cuidado con el amor, que el amor nos ciega y cuando recobramos de nuevo la visión, nos causan muchísimo dolor las locuras cometidas.
—Mamá, que yo soy muy lista y voy sobre seguro. He visitado a una bruja que me ha entregado un agarre que, suministrándoselo al bello Nico lo tendré pegado a mí igual que está pegada una etiqueta a una botella.
Y la astuta Lolita cada vez que iban a cualquier parte, Nico y ella, donde tomaban una bebida, buscaba algún ardid para distraerlo y ponerle dentro del vaso unas gotitas de la pócima de agarre recibido de las siniestras manos de la maga. Y gracias a este goteo hechicero, tenía a Nico Tino pegado a ella igual que está pegada una etiqueta a una botella.
Pero aconteció que, transcurridos dos años, el guaperas le resultó mortalmente aburrido a Lolita Manzana, pues aquel hermoso ejemplar masculino era menos inteligente que un ladrillo, se pasaba horas y más horas en el cuarto de baño acicalándose, ensayando sonrisas y posturitas seductoras y ella, en ocasiones, cuando le venía un apretón urgente, desesperada, tenía que ir al cuarto de baño de la vecina para no imitar, en una apremiante necesidad liberadora, a los indígenas que viven en plena selva.
A los tres días de no echarle Lolita Manzana más gotas de amarre en las bebidas al hermoso Nico Tino, una viuda acaudalada y caprichosa cargó con él. A partir de ese momento Lolita Manzana dedicó su tiempo a buscarle un reemplazante al que no exigiría exquisito aspecto físico sino la posesión de un buen cerebro y no permanecer en el cuarto de baño adorándose en el espejo durante horas forzándola a usar cuartos de baño del vecindario.
Actualmente Lolita Manzana vive con un profesor de matemáticas, que es todo lo contrario a hermoso, pero que la adora y en cuanto la tiene en la cama le da besos desde los pies hasta la coronilla y no para hasta que ella, agotada y muy feliz, le dice: ¡Basta, cariño! ¡Mañana más! ¡Vamos a dormirnos ya!
(Copyright Andrés Fornells)