ENCUENTRO EN EL ASCENSOR (Microrrelato)

ENCUENTRO EN EL ASCENSOR (Microrrelato)

Laurita era una chica atrevida, desenvuelta, provocadora. Con sus ropas ajustadas, amplios escotes y faldas cortas recibía por todas partes donde iba, miradas libidinosas masculinas recorriéndola impúdicamente, y algún que otro requiebro subido de tono.

Leandro era un chico estudioso, recatado y solitario, con romántica palidez facial y que, habitualmente, llevaba un libro en la mano.

Un día coincidieron ambos en el ascensor, pues vivían, con sus respectivas familias en el mismo inmueble. Se miraron, se sonrieron, se gustaron y ella juzgó:

—Me parece que eres un joven muy tímido.

—Soy extremadamente tímido —reconoció él—. Me cuesta hablar. Y me impresiono fácilmente. Ahora mismo, teniéndote tan cerca está temblando mi cuerpo entero.

Ella esbozó una sonrisa comprensiva, afectuosa, y le hizo una pregunta muy directa:

—¿Te gusto?

—A morir —confesó él, espontáneo, sincero.

—También a mí tú me gustas muchísimo --afirmó ella convencida. Cuando esté conmigo no hace falta que me hables.

—¿Qué hago si no te hablo? —torpe, preocupado él.

—Dame un beso de amor y, si me gusta para mí valdrá tanto como un millón de palabras.

Los ojos de Leandro la adoraron. Ojos que se cerraron cuando estuvieron muy cerca los labios de ambos. El beso que unió sus bocas fue muy largo y apasionado, experimentado por parte de Laurita, torpe y profundamente tierno por parte de Leandro.

Cuando ellos salieron del ascensor, cogidos de la mano, se habían convertido en amantes.

  Los dos jóvenes acababan de descubrir que aquel ascensor era mágico.

(Copyright Andrés Fornells)