EL PELIGRO NÚMERO UNO DE LAS MUJERES (MICRORRELATO)
Voy a dar un valioso consejo a los hombres, aunque por la experiencia adquirida en mi larga asistencia a la escuela de la vida me temo que serán muy pocos los que van a seguirlo. Escuchadme: cuando salgáis a la calle hacedlo dejando previamente el dinero y las tarjetas de crédito, vuestros y de vuestras medias naranjas (que en demasiados casos son medios limones) en casa metidos en la caja de caudales y, si no la tenéis y contáis con un perro rabioso dejádselos a él recomendándole encarecidamente que los vigile como si le fuera la vida en ello que, cuando regreséis a casa recompensaréis su vigilancia entregándole un magnífico hueso de dinosaurio que, todos los que poseen canes saben de sobra son sus muy exquisitamente preferidos y les duran varios meses.
A continuación, esposad a vuestra consorte y además de esto una vez en la vía pública mantenedla fuertemente cogida de la mano porque como se suelte, se os escape, irá velozmente de compras y aunque no lleve un céntimo encima, con su embaucadora sonrisa será perfectamente capaz de conseguir que le vendan cualquier cosa cara a crédito. Estáis avisados.
Y si intentan ablandaros utilizando sus encantos a los que os sabéis muy vulnerables, pensad en vuestra suegra y en que cuando vuestra Julieta llegue a su edad tendrá ese mismo aspecto y, posiblemente, carácter.
En cuanto lean este escrito mío todos aquellos que les venden sus artículos a las mujeres me odiarán con toda su alma y a mí no me importarán sus odios porque gozaré del agradecimiento de una multitud de hombres casados, amancebados o locamente enamorados.
(Copyright Andrés Fornells)