EL DESAGRADECIMIENTO (MICRORRELATO)
Casimiro Huevoduro era un campesino dueño de un terrenito del que iba sacando para vivir él y su burro. A su burro lo tenía trabajando de sol a sol y mal alimentado, y, además de no agradecérselo, Casimiro le propinaba alguna que otra patada y chorro de insultos cuando el animal no le labraba la tierra con la rapidez que él le exigía.
La suerte, que por ser igual de ciega que la justicia, a menudo premia a los que menos se lo merecen, tuvo el capricho de favorecer a Casimiro con una considerable cantidad de dinero en un número premiado de la lotería, que él había comprado.
Con el dinero obtenido, Casimiro Huevoduro se compró un tractor y, como a su burro ya no lo necesitaba más, lo vendió al matadero para que los carniceros del pueblo pudieran vender su carne y sacar provecho económico.
Casimiro Huevoduro, en adelante abrió surcos en sus tierras cómodamente sentado y cantando, los días que se sentía contento, con una voz tan desagradable que el cielo se nublaba.
De su estragado burro, si alguna vez se acordó de él, fue para lamentarse que en el matadero no se lo hubiesen pagado mejor.
Por su desconsiderado proceder, la justicia divina se enfadó con este hombre explotador y desagradecido y, una vez terminado el plazo de garantía, su tractor comenzó a averiarse frecuentemente y a costarle dinero, gasto que nunca le había causado su cumplidor y sacrificado asno, y muy pronto superó con creces lo recibido por la venta del animal, hasta llegar a arrepentirse de haberse deshecho de él.
MORALEJA: Si eres explotador y desagradecida vive temeroso de la justicia divina, porque más pronto o más tarde te caerá encima y su peso te dolerá mucho.
(Copyright Andrés Fornells)