DOS MONEDAS EN LA FUENTE DE TREVI (RELATITO)

DOS MONEDAS EN LA FUENTE DE TREVI (RELATITO)

Delante de la fuente de Trevi, tiernamente cogidos de la cintura, muy ilusionados, Yolanda y yo tiramos dos monedas al agua para que, siguiendo el rito habitual, viésemos cumplido nuestro deseo de volver juntos otra vez allí.

Nuestro deseo se cumplió, pero no como nosotros pretendíamos en aquel momento. Yolanda y yo volvimos a la Fuente de Trevi, pero no juntos. Aquella mañana, Yolanda y yo no sospechábamos, realizando aquel acto de lanzar las monedas, que nuestro gran amor tenía ya fecha de caducidad.

Son ingenuas todas esas pamplinas de enamorados, ese creer en la duración eterna de los sentimientos, después la vida y los sentimientos imponen sus inmisericordes
leyes. Desunen y rompen la belleza que tan divinamente estaba junta y unida.

—¿Por qué estás llorando, Fermín? —me pregunta intrigada, Virginia, mi nueva pareja.

—Acabo de acordarme de una película muy triste basada en una pareja que vino aquí. Una pareja de novios que estaban ambos muy enamorados.

—¿Y qué les ocurrió? —quiso saber, curiosa.

—Pues les ocurrió que rompieron su relación.

—¿Por qué la rompieron?

—Pues porque el chico estaba muchísimo más enamorado de la chica, que la chica lo estaba del chico.

—Esto no nos ocurrirá a nosotros porque estamos igual de enamorados los dos, ¿verdad?

—Sí. Sin duda esos enamorados de la película no conocían la reciprocidad, y nosotros sí la conocemos —miento de un modo convincente.

Ella saca un pañuelo de su bolso y me lo entrega para que yo me seque los ojos con él.

—Me encanta que seas tan sentimental. Yo también lo soy ¡y te quiero tanto!

Me animo. Quizás, aunque Virginia no es la mujer de mi vida, no nos irá mal del
todo juntos. Seguramente funcionará para mí porque al contrario que en mi
experiencia anterior, Virginia está más enamorada de mí, que yo de ella. Mi
madre, que es una mujer a la que yo considero muy sabia, suele decirme:

—Hijo, las parejas, desde los tiempos de Adán y Eva en el Paraíso han funcionado de mismo modo: Uno quiere, y el otro se deja querer.

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