DÍA DEL PADRE (RELATITO)

DÍA DEL PADRE (RELATITO)

DÍA DEL PADRE

(Copyright Andrés Fornells)

Martín Lontano había perdido a su padre cuando solo contaba 3 añitos. Su madre le hablaba siempre muy elogiosamente de él:
—Tu padre era una persona maravillosa. Cuando de noche llorabas por el dolor que te causaban los dientecitos que te estaban saliendo, o te dolía el estómago, él te tomaba en brazos y te paseaba pasillo arriba, pasillo abajo, canturreándote, hasta que remitía el dolor y terminabas durmiéndote. Él te cambiaba los pañales, tantas veces como te los cambiaba yo, hablándote siempre con infinito cariño, y te dormía todas las noches cantándote una nana. Sé que eras pequeñísimo cuando él se nos fue, ¿pero guardas tú algún recuerdo suyo?
A Martín Lontano se le empañaba la vista y le temblaban los labios evocando lo que recordaba del hombre que lo había engendrado:
—Madre, recuerdo los paseos con él. El placer y la seguridad que me procuraba sentir mi diminuta mano dentro de la suya que, en comparación, yo consideraba enorme. Recuerdo el miedo mezclado con emoción que me causaba ver el mundo cuando me sentaba a horcajadas sobre sus hombros. Recuerdo su risa franca, fuerte, contagiosa. Con el descubrí que se puede amar a alguien simplemente por su forma de reír. Pero sobre todo lo recuerdo porque, el día que iba a morirse, él lo sabía, y un rato antes me comunicó: Hijo, cuando me eches de menos, cierra los ojos, mira dentro de ti y verás una estrellita. Esa estrellita soy yo, que me habré quedado contigo para siempre, de la única forma que me habrá sido posible.
Llegados a este punto, madre e hijo se unieron en un abrazo y tuvieron la viva impresión de que, en aquel momento, no estaban solos pues dentro de aquel abrazo había otra persona más.

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