DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES (MICRORRELATO)
(Copyright Andrés Fornells)
Agripina Bastos cogió el teléfono fijo y marcó el número del teléfono fijo de su madre.
—Sí, dime, hija —le respondió la voz materna desde el otro lado de la línea.
—Mira, mamá, que te llamo para decirte que solo prepares comida para mí y para los niños. Alberto no vendrá a comer a tu casa.
—¡Vaya! ¿Se encuentra indispuesto tu marido?
—Algo de eso hay, mamá. Le he dado en la cabeza con el rodillo de amasar y el muy flojo ha reaccionado perdiendo el conocimiento. Luego le hemos atado, entre los niños y yo, y le hemos metido en el cuarto de baño. Hace un momento comenzó a gritar como un cafre y le he silenciado metiéndole en la boca un paño de cocina. Ahora todo lo más que puede hacer es gruñir.
—¡Dios misericordioso, hija! ¿Os habéis vuelto locos?
—Sí, nos hemos vuelto locos, pero de indignación. ¿Sabes que ha hecho esta mañana ese descerebrado yerno tuyo?
—Algo gordo ha debido ser —se malició la buena mujer que la trajo al mundo.
—Gordísimo. Cuando los niños y yo nos levantamos esta mañana lo encontramos a él en la cocina desayunando y lo primero que nos dijo fue: “Agripina, he devuelto el reloj y el collar que te compré por Navidad, y también he devuelto los juguetes de los niños. He actuado así porque me he arrepentido de tanto despilfarro”. Y ya sabes el «pronto» que tengo, mamá. En cuanto escuché la canallada que acababa de hacernos, cogí el rodillo y le endiñé en la cabeza con todas mis fuerzas. Y ya sabes lo flojo e impresionable que es Alberto: se desmayó enseguida.
—¡Dios de los cielos, hija, pero qué barbaridad has cometido! Hoy es 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Seguro que escondidos en el garaje están los regalos que Alberto os hizo a ti y a los niños. ¿Qué ha sido ese golpe tan fuerte que acabo de oír?
Agripina no le pudo contestar. Había tenido uno de sus «prontos» , se había golpeado ella misma en la frente y había caído al suelo sin sentido.