DESCUBRIMIENTO TARDÍO (MICRORRELATO)
Al principio de nuestra relación lo tuve muy claro, tú eras la encarnación de mi más bello sueño. Y, sin embargo, transcurrido muy poco tiempo te perdí. Te perdí por culpa de mi estupidez. Pretendí apresarte solo con mi deseo. No supe ver que tú no admitirías más cadenas que las sublimes cadenas del amor sin límites ni sucedáneos.
Esto lo descubrí más tarde. Demasiado tarde. Lo descubrí cuando ya te había perdido. Cuando te había perdido como perdí de niño el bonito globo que tanta ilusión me hacía, por no haberlo sujetado debidamente. Y al igual que ese globo te convertiste en irrecuperable para mí. Desdichadamente para mí, a pesar de haber recibido una gran lección a tan temprana edad, no supe aprovecharla.
Es dolor y tristeza merecidos, y el llorar también por no haber sabido valorar tu extraordinaria valía hasta que irremediablemente te perdí.
Pobrísimo consuelo es acariciar ese pañuelo de seda tuyo que se te olvidó llevar contigo por no haberlo visto colgado en la percha antigua, de madera, que existe en el comedor.
(Copyright Andrés Fornells)