CUIDADO CON LAS LENGUAS EXTRANJERAS (MICRORRELATO)


(Copyright Andrés Fornells)

Dos amigos que llevaban una larga temporada sin verse tuvieron un encuentro casual en una ferretería. Tras saludarse y abrazarse con afecto, uno dijo al otro:
—He venido a comprar una trampa para atrapar ratones. Tenemos uno en casa y mi mujer, que es alemana, me ha amenazado con que, si no consigo atraparlo pronto me echará de patitas a la calle.
—Ronaldo, ¿cómo fue que terminaste casado con una alemana si tú no hablabas esa lengua?
—Veras, Roberto, me casé con ella por culpa de un mal amigo, que sí hablaba alemán. A mi zapatería venían muchas alemanas, y le dije a ese mal amigo que me ensañase a decir: guapa en esa lengua. Y él me enseñó: “Ich liebe dich von ganzen herzen”. Decirle esto a la primera alemana que entró en mi negocio y tirárseme ella al cuello y comerme a besos todo fue una. Y ya no pude quitármela más de encima. Ella llevaba un diccionario alemán-español y me fue liando, liando, con las palabras cariñosas que iba sacando de él y terminamos casados.
—Mucha razón tenía mi abuelo cuando me decía, que tratar con extranjeros puede traernos consecuencias imprevisibles, y, a menudo, muy malas. Uno dice lo que no debiera y termina como no quiere. Mi abuelo terminó casado, en un pueblo de Alaska, con una nativa yupik. Y escapar de allí le costó un pie que se le congeló mientras, con la ayuda de un par de esquís puso una montaña helada de distancia entre ambos.
—¿Era muy fea esa mujer lapona?
—No demasiado; pero comía todo el tiempo pescado crudo y desprendía toda ella una peste que, según mi abuelo, tiraba de espaldas.
—¿Tuvieron hijos?
—Imposible tenerlos. Ya te he dicho que cada vez que mi abuelo se aproximaba a ella, la peste que echaba la esquimal lo tiraba de espaldas.
—Oye, estando de espaldas también se puede dejar embarazada a una mujer.
—Bueno, es posible que mi abuelo no lo supiera. En su tiempo la gente vivía con mucho atraso y desconocimiento sexual. No habían inventado todavía la calefacción ni los impermeables ni los impuestos. Por cierto, ¿qué significa esa frase en alemán que me has dicho hace un momento?
—Significa: “Te quiero con todo mi corazón”.
—¡Qué tierno! Mi abuelo conquistó a su mujer esquimal diciéndole: “Tienes menos nariz que una albóndiga”.
—Entiendo: Culturas diferentes reacciones distintas. Me voy. La alemana me espera para comer y si no llego puntual me castiga a leer diez páginas de ese bodrio comunista Mein Kampf.
Ronaldo salió corriendo a todo meter, y su amigo Roberto se quedó moviendo desaprobadoramente la cabeza. Él nunca conviviría con una mujer que hablase alemán y, encima, le obligase a leer en una lengua extranjera. Sus labios se abrieron para musitar con manifiesto desdén:
—¡Calzonazos!
Si le ha gustado este relato mío tal vez le guste mi nuevo libro e-book sobre el que encontrará información pulsando este enlace http://smarturl.it/solakindle

Read more