CIUDADANOS QUE SACUDEN ÁRBOLES (MICRORRELATO)

(Copyright Andrés Fornells)
Hubo una vez un gran país cuyos gobernantes se esforzaban en hacerlo pequeño. Dentro de él un gran número de sus habitantes, nada realista, se enfadaba cuando algunos críticos, sobrados de razón, lo llamaban País de Pandereta.
En este país al que me estoy refiriendo, los partidos políticos más astutos permanecían agazapados, a la espera de que los más exaltados agitaran el árbol para, cuando terminaran de agitarlos, ellos correr entonces, velozmente, a recoger las nueces.
Los miembros del grupo “N”, que se creían ser tuertos en un país de ciegos, así que vieron sacudir con furibundo ahínco el árbol que poseía el grupo “P”, salieron disparados hacia él, pero cuando quisieron recoger los frutos se encontraron con que otro grupo al que consideraban menos veloz que ellos, los frutos se los habían llevado ya.
El árbol del grupo “P” se quedó sin frutos, frutos que fueron para el grupo más astuto de la clase. Pero lo que éste grupo oportunista desconocía era que los frutos recogidos estaban envenenados.
El final de esta historia queda abierto. Tardaremos más o menos en conocerlo, pero cuando lo conozcamos, los dueños momentáneamente de esos frutos verán como los mismos pasan a otras manos y ellos serán tan criticados y vilipendiados como ellos criticaron y vilipendiaron a otros. Y mientras este juego se mantiene activo, los espectadores seguirán alimentando a cuerpo de rey a los sacudidores y a los recolectores.
Para algunos ingenuos entusiastas que todavía existen en el país del que he hablado desde el principio, me permito comentar un hecho inamovibles, y que lo reconozcan o no dependerá de su credulidad, y es: Que pertenezcan ustedes, señores currantes, al grupo que sacuden el árbol o al grupo que recoge las nueces, en este País de Pandereta, siempre trabajan los mismos y siempre parasitan los mismos, aunque puedan llevar diferentes collares.
Y con esto me despido agitando un pañuelo blanco empapado en llanto y con arrugas de rabia impotente.