AY, ¡MI POBRE ESPAÑA, CUANTO ME DUELES! PÍLDORAS FILOSÓFICAS)

(Copyright Andrés Fornells)
Es imprescindible para no llevar una vida de imbécil ignorante al que cualquier político pueda manejar a su antojo,  repasar de vez en cuando las cosas importantes que aprendimos de niños, o que debimos aprender. Menciono a las importantes porque otras, como aprenderse de memoria los nombres de todos los ríos y sus afluentes quizás no mereciera la pena el enorme tiempo invertido memorizándolos, porque la goma del tiempo nos ha borrado la gran mayoría de ellos.
Pero lo que esta goma no me ha borrado, y ojalá no se lo hubiese borrado a tantos compatriotas míos españoles, es la historia de nuestro país. En ella descubrimos, pasmados (palabro que hizo famosa Alfonso Guerra), que reyes, príncipes, aristócratas, políticos y demás personajes importante e influyentes se iban envenenando los unos a los otros para hacerse con el poder, con el reino.
Para evitar que esto sucediera, muchos monarcas tenían a un personajillo llama bufón, que era genialmente gracioso, hasta que se le terminaba la gracia al ingerir un alimento envenenado con el que se pretendía liquidar a quien lo alimentaba y le reía las gracias.
Han ido pasando los siglos, hemos llegado al siglo XXI y los ambiciosos, codiciosos, paranoicos del poder siguen empleando el veneno de la palabra, más veces embustera que verdadera para conseguir el poder.
Si todo este esfuerzo lo empleasen en favor de nuestro país, de España y los españoles seríamos la mejor nación del mundo, título que por honradez y laboriosidad la mayoría de los habitantes de este hermoso país nos merecemos.
Y porque está muy lejos de ser así, a tantos nos duele esto tanto que sobrevivimos con el corazón medio roto.