CASAS ENCANTADAS EN LA ANTIGÜEDAD Y AHORA (CURIOSIDADES)


(Copyright Andrés Fornells)
Lo de las «casas encantadas» no es un fenómeno que se haya dado únicamente en los dos últimos siglos. Varios cientos de años atrás, Plinio el Joven, en su Libro VII (Carta 27) habla de una casa muy barata comprada por el filósofo Atenodoro. Este personaje, durante su primera noche en la vivienda recién adquirida, oyó un ruido persistente, muy similar al de unas cadenas arrastrándose por el suelo. También presenció curiosos fenómenos ópticos y comprendió por qué su anterior inquilino, aludiendo a «misteriosos acontecimientos», se había desembarazado tan rápidamente de la vivienda y a precio de ganga.
Otros textos clásicos hablan del encantamiento del templo de Minerva, en donde por las noches se oían quejidos que algunos asociaban a la muerte por emparedamiento del general lacedemonio, Pausanias. Ya entonces Platón alegó en pro de la supervivencia tras la muerte. «A veces, almas errantes —escribió— encantan tumbas y monumentos, donde a veces son vistos tales fantasmas». Desconfiemos de las casas que nos ofrecen extraordinariamente baratas, pues algún inconveniente tendrán.
Hay que ser muy valientes para habitar una vivienda en la que se encienden solas las luces, se abren puertas y ventanas sin que lo haga ninguno de sus habitantes vivos, y aparezcan fantasmas que te dediquen sonrisas macabras o te encuentres compartiendo cama con un atún aparentemente vivo. ¡Uf, qué miedo!

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