¿LO QUE GUSTA EN DEMASÍA ES VICIO, O ES OTRA COSA? (MICRORRELATO)

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Jimena Millares era la hermana pequeña de Amalia Millares, por una simple razón matemática, haber nacido un año después, la primera de la segunda. En lo físico ellas dos diferenciaban poco: ambas poseían cuerpos voluptuosos que tan del agrado son de los hombres que no se han dejado influir por la moda de mujeres huesudas y desprovistas de curvas.
Jimena llevaba casi dos años casada con Cipriano Solana que, a cualquier aficionado a la historia bíblica, observándole, le ayudaba a imaginarse como debió ser el gigante Goliat. La razón por la que ella había contraído matrimonio con él, era porque le gustaban a rabiar los hombres de nariz grande, y Cipriano la tenía enorme. La razón de Cipriano que le llevó a unirse con ella, lo extraordinariamente sexi que Jimena era.
Jimena, gracias a un décimo de lotería premiado consiguió el dinero suficiente para montarse una tienda de artículos de deporte, establecimiento que le permitió conocer al que se convertiría en su marido, Cipriano Solana, por haber entrado él a comprar un juego de mancuernas pues era gran aficionado al culturismo.
Jimena y Cipriano se gustaron nada más conocerse. Cada uno vio en el otro, poseía el físico que le gustaba. Se unieron legalmente y todas las noches, cuando se unían muy íntimamente, disfrutaban una barbaridad y él decía, con mucha guasa: “He gozado como un pájaro con vértigo”. “Sí, y yo he contribuido muy eficazmente a que tu pájaro se cayera”, no menos graciosa ella.
Debido a su fuerte naturaleza humana, Cipriano no se dio cuenta de que cada vez se sentía más agotado y mermado de fuerzas hasta que, transcurridos casi dos años de apasionada relación sexual con Jimena, fue a visitar a un prestigioso sexólogo  y éste le reveló las causas de su notorio decaimiento físico:
—Caballero, lo que a usted le ocurre es que está casado con una ninfómana y para una ninfómana un hombre solo no le llega ni para el aperitivo.
Cipriano se escandalizó al escucharle.
—¿No estará usted insinuándome que yo le permita a mi mujer que tenga amantes, porque yo, antes muerto que cornudo?
—Lo entiendo muy bien. La Humanidad ha conseguido grandes adelantos y notables avances, pero entre todos ellos no está, de un modo generalizado, el llevar los cuernos con elegancia, tolerancia y resignación. Voy a darle un consejo y quedará de su parte el seguirlo o no.
Y el doctor le dio el consejo anunciado. Cipriano tardó dos días en decidirse a seguirlo. Y por fin, media hora después de haberse marchado su mujer a la tienda, él salió de casa llevando una enorme maleta. Detuvo un coche de servicio público y le dio al taxista la dirección de un monasterio. Esto fue después de haberle dejado a su mujer una nota con la dirección de un afamado prostíbulo.

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