LOS LIBROS Y LAS MUJERES SON APASIONANTES (MICRORRELATO)

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Fue de muy niño que a Rodolfo se le despertó una extraordinaria pasión por los libros nuevos. Lo fascinaban sus portadas, sus olores y muy especialmente su contenido. Y empleó muchas, muchas horas disfrutándolos. Veía uno con una portada subyugadora y el deseo de poseerlo se le hacía insoportable, exasperante, urgente. El poco dinero que conseguía de sus padres o ganaba realizando pequeños trabajos, en vez de gastárselo en chucherías y juegos, se lo gastaba en obras literarias.
Cayeron varios calendarios llevándose su niñez con ellos y Rodolfo entró en la apasionante y complicada adolescencia. Seguían interesándole los libros, pero con fuerza arrolladora le interesaron infinitamente más las mujeres jóvenes y bonitas. Pues ellas, al igual que los libros poseían bellos exteriores, olían agradablemente incluso más agradablemente que los libros nuevos y su contenido era un misterio que sólo podía desentrañarse cuando se las poseía. Y después de haber disfrutado su contenido aunque el disfrute hubiera sido grande no podía guardarlas a ellas para siempre. Por eso con el tiempo Rodolfo consiguió reunir 5000 libros, pero de mujeres no pudo pasar de la séptima. Esta séptima se llamaba Virtudes y le advirtió después de haber perdido la virtud suya con él:
—Cariño, sigue coleccionando todos los libros que quieras, pero como intentes cambiarme por otra mujer te mato.
Aquellos que piensen que esta amenaza amedrentó o irritó a Rodolfo, se equivocan porque le encantó. Y le encantó por una reflexión muy profunda que hizo: Un hombre puede amar muchos libros, pero ninguno de ellos puede amarlo a él como puede amarlo una buena Virtudes.

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