NO LLEGUE A SABER QUE CARA DE LA MONEDA HABRÍA SALIDO (MICRORRELATO)

(Copyright Andrés Fornells)
Yo era un veinteañero de bolsillos vacíos, pelos largos y muy enamoradizo. Nati Morales vivía en un primer piso. Yo era muy tímido, pero, dentro de lo posible, procuraba combatir mi timidez. Un día esperé, medio escondido en un portal, situado en la acera del otro lado de la calle, a que salieran sus padres para cruzarla. Llegué al portal  y la timidez me bloqueó las piernas, Entonces decidí confiar en la suerte. Saqué del bolsillo la única moneda que contenía y, con solemnidad dije:
—Si sale cara subo, y si sale cruz me voy en compañía de mi frustración.
Tiré la moneda al aire y ésta nunca cayó. Decidí entonces averiguar qué era lo que había cambiado la ley de la gravedad. Levanté la mirada y allí, en el balcón, estaba la hermosa Nati Morales con mi moneda en su poder y una sonrisa que valía mil besos.  En vista de que mi indecisión se eternizaba, ella me dijo con sus labios de miel:
—Anda sube tontorrón, que yo también estaba esperando que se fueran mis padres para abrirte de par en par las puertas de mi corazón.
Con Nati Morales me habría casado yo muy a gusto, de no haberse dado la negativa circunstancia de que ella estaba ya casada con otro. Y no quería darle el disgusto de divorciarse de él. Hay mujeres tan maravillosas, que en su corazón puede caberles dos amores.

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