MADRECITA, TE TRAJE UNAS PEONIAS (MICRORRELATO)

(Copyright Andrés Fornells)
Un hombre postrado de rodillas delante de una tumba, con voz compungida, temblorosa, entrecortada, decía:
—Hoy habrías cumplido años, madrecita. Te he traído un ramo de peonias, esas flores que tanto de gustaban. No pude venir en tus dos últimos cumpleaños porque me hallaba muy lejos de ti. Te pido perdón. Beso tu arrugadita frente y lloro de pena y vergüenza porque no pude acompañarte en tus últimos momentos. Perdóname, madrecita. Te dije muchas, muchas veces cuánto te quería, pero tú merecías muchísimas más por lo buena y generosa que fuiste siempre conmigo y el amor infinito que me demostraste en vida.
El hombre que había dejado flores encima de una lapida mortuoria, se marchó cabizbajo, con pasos inseguros, llorando.
En una tumba vecina una mujer, escuchándole, se enamoró de él. Su marido, que llegaba tarde a la cita que tenía con ella, dijo con su brusquedad habitual:
—¿Nunca dejarás de llorar por tu hermano, estúpida? Ese accidente de moto en el que se mató ocurrió hace ya diez años. Si no fueses tan ridículamente sensiblera ya lo habrías superado.
La mujer guardó silencio. No podía decirle a este bruto que lloraba por ella y la causa era que él no había sabido ni sabría hacerla feliz. Al hombre con el corazón rebosante de ternura, que había venido al cumpleaños de su madre, lo estaba perdiendo por la salida del camposanto. Su llanto arreció.

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