UNA SEDUCTORA ME DIJO QUE YO ERA SU VIDA (MICRORRELATO)

alfonsina
Cuando conocí a Alfonsina Giménez yo acababa de saltar de la etapa de la desorientada adolescencia a la inexperta etapa adulta. Las mujeres eran para mí un maravilloso misterio mayor del que todavía me representan hoy día. Un maravilloso misterio que yo siempre he anhelado desvestir en más de un sentido. Alfonsina trabajaba en una tienda de deportes y simpatizamos cuando entré a comprar una raqueta de tenis para mi hermana pequeña.
De Alfonsina me gustó su sensual figura, su sonrisa, su voz y el supuesto de que yo, a ella, también le había gustado. Alfonsina me llevaba cuatro años, pero era tan encantadora que me habría hechizado, aunque hubiese tenido muchísimos más.
Empezamos a salir juntos, cuando a ella le venía bien, pues llevaba una vida muy activa, según me decía. En nuestros momentos de desbordada pasión en el asiento trasero de su coche, ella me aseguraba que le bastaban para ser inmensamente feliz tenerme en tres lugares muy especiales: En sus brazos, en su mente y en su corazón.
Como mencioné anteriormente, Alfonsina era una gran seductora. Tarde algunas semanas en descubrir hasta qué punto lo era. Me había jurado que yo era su vida, y estuve creyendo que era así hasta que descubrí que salía también con otros y reconocí que ella tenía más “vidas” que una gata.
Sin embargo, como era tan extraordinariamente seductora, si Alfonsina no me hubiese abandonado, yo continuaría todavía con ella, a pesar de los pesares. Es la gran desventaja en la que cae el que se enamora de quien no le corresponde.

Read more