ESCLAVOS MASCULINOS (MICRORRELATO)

HOMBRE LIMPIANDO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ESCLAVOS MASCULINOS (MICRORRELATO)

Un día ella tropezó con él, lo maravilló con sus encantos y aquel hombre, absolutamente libre hasta entonces, perdió para siempre su libertad. Las mujeres que conocen como ser tropezadas y conocen el poder de su hermosura consiguen un esclavo para toda su vida. 

—¿Dónde estás, mi amor? —quiso saber ella.

—¡Aquí estoy, mi vida! —respondió él tan obediente y presto como el genio de la lámpara prodigiosa.

—¿Estabas holgazaneando? —sospechosa ella.

—No, cariño, ahora mismo barro y paso la fregona por toda la casa. Justo vengo de tirar la basura. ¿Te gustó el desayuno que te preparé y te traje en bandeja a la cama?

—Debes esmerarte más, corazón, el huevo me gusta menos duro.

—Lo tendré en cuenta para el desayuno de mañana, cielo mío.

Un amigo que estaba enterado de su total servidumbre a la mujer suya, le comentó un día:

—No entiendo como consientes que tu mujer te trate como un esclavo y tú actúes como uno.

—Es que cuando me revelo mi mujer deja de tropezarse conmigo, y yo la única felicidad que tengo en la vida es que ella se tropiece conmigo y, si se enoja no se tropieza más.

—No lo entiendo. ¿Dónde os tropezáis?

—Generalmente en la cama, pero tampoco descartamos otros sitios menos confortables.

Su amigo miró al cielo, imaginó que Dios lo estaba escuchando y Le dijo:

—¿Tú te diste cuenta de que haciéndolas hermosas, las mujeres pueden esclavizar a los hombres? 

No obtuvo respuesta. Dios ha sabido muy bien siempre porque ha hecho las cosas, todas las cosas, tal como están.

 

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