TOMANDO CAFÉ EN UN BAR (Microrrelatos)

TOMANDO CAFÉ EN UN BAR

         Me hallaba en la barra de un bar tomando café. De pronto una joven que acababa de llegar de la calle se colocó junto a mí. Olía de una forma rara, poco agradable, como dulzona por exponerlo de alguna manera. No, no era a hachís. A otra cosa que identifiqué en cuanto ella, hacía el final de nuestra breve conversación, me sonrió. Cuando se acercó a ella el chico que atendía la barra le ordenó con voz autoritaria:

        —Ponme un vodka con zumo de tomate. Pónmelo fifty, fifty.      

        Mientras él se lo preparaba ella se volvió hacia mí y me dijo:

        —Me llamo Martirio.

        Pensando que era una buscona, aunque vestía ropas largas y negras como los calzoncillos de un grillo, le dije un tanto antipático, para quitármela de encima:

        —¡Qué bien! Pues el nombre que tengo yo, para mí me lo guardo.

        Encogió levemente sus hombros, en un gesto que no supe interpretar, y colocándose de codos encima de la barra esperó a que le sirvieran la bebida que había pedido. Se la sirvieron rápido. Ella bebió un buen trago, hizo un chasqueo con los labios que podía significar aprobación y de nuevo dirigiéndose a mí, me anunció:

        —Soy vampiresa.

        Tomándomelo a cachondeo repliqué:

        —Pues yo soy cobrador del frac.

         Ella esbozó entonces una sonrisa, que calificaré de siniestra, y dijo enseñándome sus colmillos manchados de sangre:

        —Oye, me están entrando unas ganas locas de pegarte un mordisquito en el cuello… y creo que no me las voy a aguantar…

         Aunque odio hacer ejercicio, y muy especialmente por la mañana temprano, escapé de allí corriendo a todo meter. Ya sé que más de uno de esos que van por la vida presumiendo de valientes condenarán, criticarán mi cobarde conducta. Pues bien, permítanme que les diga que amo mi vida y que no me la juego tontamente, porque si algo he aprendido desde mi llegada al mundo es que los valientes suelen morir jóvenes y no pienso imitarles.

A los que puedan estar preocupados por mí, les tranquilizo diciendo que no he vuelto por aquél bar ni he visto más a la vampiresa aquella.

 

 

 

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