IR O NO IR A VOTAR

Mi abuelo Silvino fue un hombre que aprendió mucho de la vida y poco de los libros, pues la pobreza de su familia le obligó, cuando sólo contaba nueve años, en lugar de ir a la escuela ir a trabajar, y ya no paró.  A mi abuelo Silvino, la existencia tan dura que había llevado lo había convertido en una persona pesimista, escéptica y fatídica. La última vez que hubo elecciones generales le pregunté si él iría a votar. Y su respuesta fue la siguiente:

–Los que vayan a votar será porque no se han cansado todavía de ser engañados. Y los que se queden en casa, será porque se han cansado ya de ser engañados. Pero con los unos y sin los otros, la justicia seguirá siendo para unos pocos, y la riqueza también. ¿Te has dado cuenta de la mañana tan  estupenda que hace para salir a pasear?

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