AYER LLOVIÓ A MARES (RELATITO)
Ayer pasaste por mi lado. Llovía a mares. Yo iba bien resguardado debajo de ese gran paraguas negro que heredé de mi abuelo Anselmo. Tú buscabas la protección de toldos y cornisas pues no llevabas paraguas alguno ni tampoco intención de saludarme. Nuestra rotura era todavía muy reciente. Pero tropezaste con una losa rota de la acera y --¡oh, casualidad divina!--fuiste a caer en mis brazos. Yo te recibí con una sonrisa tierna y manteniéndote presa te dije:
—¿Te das cuenta? Nadie escapa a su destino.
Y tú, que tenían tantas ganas como yo de que nos reconciliásemos respondiste:
—¿Me vas a mantener mucho tiempo así abrazada tan fuerte, descarado?
—A mí no me importaría que fuese toda la vida —respondí anhelante.
—Exagerado. Siempre tan exagerado —dijiste abriéndosete esa sonrisa tuya que yo tanta adoraba.
Nos reímos y compartimos el paraguas y la relación recuperada.
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