AY, HIJITOS LA QUE OS ESPERA (REFLEXIÓN PATERNA)
AY, HIJITOS LA QUE OS ESPERA
(Copyright Andrés Fornells)
Queridos hijos míos y también queridos hijos de otros. Vais a heredar un mundo que está hecho una verdadera, catastrófica porquería, en mil y un sentidos lo digo. Deseo con todo mi corazón que vosotros seáis capaces de dejarle a los hijos vuestros un mundo algo mejor que el mundo que vais a recibir. Os hablo desde la esperanza y no desde el optimismo, pues el optimismo lo tengo bajo mínimos.
Actualmente, los políticos y los deportistas dioses de masas son los más famosos y los mejor pagados. A los científicos y a los sabios se les paga lo justo para que no vayan por la calle en taparrabos y no se vean abocados a subsistir hurgando en los contenedores de basura.
Aparte de lo que acabo de reseñar, que es horrible y tan injusto que dan ganas de echarse a llorar lágrimas de sangre, tenemos lo de que se puede mentir a todas horas impunemente y recibir entusiastas aplausos de los mentirosos que ya son abrumadora mayoría.
Mienten los políticos, mienten los empresarios y, para no quedarse fuera de juego, también mienten algunos obreros.
Y como la mentira en vez de ser catalogada de pecado ha llegado hasta el punto de ser considerada virtud, miente un político y siguen votándole, miente un comerciante y le siguen comprando, miente un terrorista y aceptan que afirme matando solo pretendía hacer justicia y justifican sus crímenes llamándole honorable defensor de sus ideas.
Los predicadores mienten más que hablan, y les compran su discurso y además siguen sus consignas, aunque sean violentas, multitud de adeptos.
Están enfrentando a la gente dentro de un mismo pueblo, están enfrentando a los hombres con las mujeres, a los hijos con los padres, a los vecinos con los vecinos, y se acepta sin problemas porque, cuando ni la verdad ni la justicia funcionan, pues todo vale.
Podría seguir hablando, con infinita tristeza, hasta el fin de mis días, que no conseguiría nada porque la incultura y la estupidez se han instaurado y sembrado por todas partes y está dando excelentísimas, casi inmejorables cosechas.
Así que, queridos hijos míos y queridos hijos de otros, como no empleéis vuestro cerebro mejor que nosotros y regreséis a los tiempos en que la verdad reinaba por encima de la mentira, la bondad por encima de la maldad, y la sabiduría por encima de la idiotez, estáis perdidos, perdidos vosotros y el mundo dentro del que intentaréis sobrevivir.
Pido fervientemente que la suerte y la imprescindible ayuda divina no os falten.