ASTUCIA DE POLÍTICOS: CORTAR EL RABO AL PERRO (MICRORRELATO)
Cuentan los historiadores, que en la Grecia Clásica hubo un general y político ateniense llamado Alcibiades que, para distraer la notoria atención centrada sobre su persona por su merecida fama de seductor, especialmente cuando mantuvo una relación secreta con Aspasia (La bella bienvenida), compañera por aquellas fechas de Pericles la máxima autoridad ateniense desde 443 a. C. hasta su muerte en 429. a.C. para distraer a cuantos extendían comprometedores rumores sobre sus amoríos con tan influyente dama, se le ocurrió la treta de cortarle el rabo a un bello y carísimo perro que poseía, y que mucha gente admiraba y le envidiaba su posesión.
Y así ocurrió que todo el mundo se dedicó a criticar esta cruel acción suya y arrinconó el otro hecho de tanto riesgo para él, pues Pericles no era un gran gobernante de los que lucen con elegancia y tolerancia adornos en su frente, sino todo lo contrario.
Los políticos actuales, cuando desean que no se hablen de medidas que perjudican sobremanera a la ciudadanía, le cortan, simbólicamente, el rabo a un perro suyo para distraerles.
Esto creo que está ocurriendo actualmente en muchos países en que cuando descubren grandes fechorías de los políticos que gobiernan distraen al pueblo lanzando bulos que manchan la honorabilidad de los políticos de la oposición, que es la astuta estrategia actual de cortarle el rabo al perro.
Los antiguos decían con su gran saber: "El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente". "El soborno cierra los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos". "Si no peleas para acabar con la corrupción, acabarás formando parte de ella".