ALFREDO ALEXANDRES NOS CUENTA ESTO SOBRE LOS ELEFANTES

Seguro no sabías que cuando un elefante debe viajar en avión, a veces lo acompañan… polluelos?
Sí, como lo lees: pequeños, frágiles polluelos.
¿Por qué?
Porque, a pesar de su imponente tamaño, el elefante es increíblemente cuidadoso. Durante todo el vuelo permanece completamente quieto para no dañar ni a uno solo de esos diminutos seres. Así se mantiene el equilibrio del avión... y también se revela algo profundo sobre su naturaleza.
Intrigados por este comportamiento, científicos estudiaron su cerebro y encontraron células fusiformes —neuronas raras, presentes también en los humanos—, asociadas con la empatía, la autoconciencia y la percepción social.
El elefante no sólo es grande en cuerpo. Es enorme en sensibilidad.
Siente, comprende y actúa con una sabiduría silenciosa.
Leonardo da Vinci lo describió con admiración:
> “El elefante encarna la rectitud, la razón y la templanza”.
Y contaba que se baña con solemnidad, se aparea con discreción, y si encuentra a alguien perdido, lo guía. Jamás camina solo, y si debe atravesar una manada, se abre paso con delicadeza, cuidando de no herir a nadie.
Pero lo más conmovedor es esto:
Cuando siente que su final está cerca, el elefante se aleja de su manada para morir solo.
No por miedo.
Sino por amor.
Para evitarle ese dolor a los más jóvenes.
Por modestia.
Por compasión.
Por dignidad.
Tres virtudes tan escasas… incluso entre nosotros.