ENCANTADORES DE SERPIENTES (MIS VIAJES)

(Copyright Andrés Fornells)
Se calcula que en la actualidad existen en la India unos 300.000 encantadores de serpientes. Dicen que el gobierno hindú pretende irlos quitando de la circulación. Está en vigor una normativa india aprobada en 1972 que prohíbe tener serpientes como animales domésticos. Debido a esta prohibición, los sapwalas no están ya más visibles en los lugares céntricos ofreciendo su espectáculo a los turistas, sino que actúan en lugares más discretos donde no suele molestarles la policía. Pero los saperas (como se los llama también) están en contra de las autoridades que son cada vez más exigentes con el cumplimiento de la ley. Ellos alegan que es su único medio de vida. Y el gobierno tampoco les ofrece ninguna otra alternativa. Algunos de estos encantadores de serpientes son, en contra de lo que puede pensar la mayoría de la gente, músicos bastante buenos. También hay alguna mujer que ejerce este antiquísima actividad. El promedio de serpientes que necesitan por año estos encantadores se calcula que son unas siete cada uno. Puede que en su totalidad parezca un número exagerado, pero no es así pues sigue habiendo muchísimas y causando numerosas muertes de personas todos los años.
Tan abundantes son todavía los ofidios que en la última visita que hizo el presidente Bush a la India, tuvieron que contratar a sapwalas para prevenir que alguno de ellos apareciera por el sitio donde el, entonces primer mandatario norteamericano iba a dar su discurso.
Todos estos tradicionales artistas callejeros suelen llevar con ellos una cesta con un par de serpientes naja dentro, un tumarit (flauta), y un morral que contiene algunas ratas y huevos, que son los alimentos que suelen darles a sus reptiles.
Su forma de actuar consiste en tocar la flauta después de haber abierto la tapa de la cesta donde las llevan. Las serpientes saltan fuera de su escondite, se yerguen majestuosamente frente al domador meciéndose con lentitud al compas de la música y los movimientos de su flauta. Las serpientes son sordas, pero al parecer captan ciertas vibraciones.
Algunos encantadores permiten que los ofidios se enrosquen alrededor de su cuello.
Terminada la actuación les dan de comer. El secreto de que no los muerdan, revelan algunos de los encantadores, se debe a que las serpientes los respetan; mientras que otros aseguran que se van inmunizando de niños inyectándose una pequeña cantidad de veneno. Y unos terceros afirman que antes de actuar hacen a las najas morder cosas blandas para que dejen el veneno en ellas. También emplean los sapwalas el truco de cambiar hábilmente la cobra inicial por una serpiente que no es venenosa. Y finalmente he escuchado que algunos encantadores se ponen en la corva de alguna de sus piernas una ramita de una planta cuyo olor es parecido al de la pimienta y que desagrada tanto al reptil que lo mantiene a distancia.
Yo no voy a argumentar si existe o no algo mágico en el trabajo que realizan los encantadores de serpientes, pero sí defiendo que corren riesgos y que demuestran un valor, una habilidad y un conocimiento de los hábitos de los reptiles que merecen ser reconocidos y premiado con unas monedas que les permiten sobrevivir como una de las misteriosas atracciones de la nación mundialmente segunda en cantidad de habitantes. Dhanyavaad (gracias)

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