LOS CHARLATANES DE CUELLO BLANCO (MICRORRELATO)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(Copyright Andrés Fornells)
—¡Papá, cómprate un crecepelo! ¡Papá, cómprate un elixir de la eterna juventud! ¡Papá, cómprate un ungüento prodigioso que lo cura todo! ¡Date prisa, papá, que a los diez primeros que compren un producto que vale cien, ese hombre lo va a dar por veinte, porque asegura está tan acostumbrado a perder dinero, que ganarlo le jodería!
Mi padre, risueño, mostrándome una expresión de hombre que está de vuelta de todo, solía preguntarme, paciente:
—Vamos a ver, hijo, ¿por qué quieres que me compre todas esas cosas?
Yo, creyéndome mucho más listo de lo que era, se lo explicaba:
—Papá, crecepelo porque te estás quedando calvo. Elixir de la eterna juventud porque te estás haciendo viejo. Y ese ungüento prodigioso porque lo cura todo: resfriados, infecciones, diarreas y muchas más cosas.
—¡Ja, ja, ja! —reía él con ganas—. Son charlatanes, hijo —me aseguraba—. Mienten todo el tiempo. Son unos desvergonzados embusteros. Nada de lo que nos venden sirve para lo que ellos dicen. En realidad, para lo único que sirven esas cosas es para quedarse con el dinero que tanto esfuerzo y sudor les cuenta ganar a la gente obrera, a la que pertenezco yo.
Yo aprendí de su experiencia y, en adelante, desconfié de los embaucadores, de los que ventían prodigios, de los que decían mentiras que parecían verdades y no les creí en nada.
Lo mismo que mi padre me decía a mí, les digo yo actualmente a mis hijos con respecto a  muchos de los políticos actuales. Espero por su bien, que me crean y hagan el mismo caso a mis expertas advertencias, que hice yo a las expertas advertencias de mi padre.