PAPÁ, ¿TÚ SABES CÓMO ERA EL PARAÍSO? (MICRORRELATO)

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Mi hijo pequeño es un poco como los antiguos sabios de Grecia, aspira a adquirir conocimientos preguntando sobre todo aquello que ignora. Hoy, cuando lo llevaba al colegio cogido de la mano, andando ambos mirando a todo aquello que llamaba nuestra atención, me preguntó mostrando esa notoria avidez reflejada en sus ojos que, ha tenido la suerte de parecerse, en lo bonitos, a los ojos de su madre y no a los míos que lo son menos:
—Papá, ¿tú sabes cómo era el paraíso?
Por lo general, sus cuestiones me cogen siempre por sorpresa. Ocurrió así una vez más, aunque no debiera, pues, influido por sus abuelos (genuinos creyentes), escogió, entre sus asignaturas, la de Religión. Mientras le pedía a mi cerebro actividad máxima para que me fabricase una respuesta plausible, con la que conseguir su admiración, murmuré para ganar tiempo:
—Humm…
—¡Vaya, tú tampoco lo sabes! —se precipitó él por la fácil cuesta de la decepción.
—Pues claro que lo sé, hijo —contesté y salí del compromiso como pude—. El Paraíso era como nuestro planeta antes de que naciéramos los seres humanos.
—Explícame eso, papá.
Con mucho dolor de mi corazón (debido a que a uno le tira el colectivo), llegamos a su colegio y yo todavía no le había explicado una mínima parte de todas las atrocidades que los humanos le hemos hecho a este cada vez, por nuestra culpa, menos maravilloso globo terráqueo nuestro.
El rostro de mi hijo mostraba genuino horror y, después de despedirse de mí con un intercambio de besos, expuso, esperanzado:
—Espero no contribuir a empeorar al pobrecito mundo todavía más, sino a mejorarlo. Adiós, papi.
Le seguí con la mirada y deseé con todas mis fuerzas que muchos niños de su edad pensaran igual que él y consiguieran convertir en realidad una importante mejora en nuestro contaminado y superexplotado planeta.

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