EN EL ARTE UNOS TRIUNFAN Y, OTROS, TODO LO CONTRARIO (MICRORRELATO)

en el arte, unos triunfan y otros no

 

 

 

 

 

 

(Copyright Andrés Fornells)

Augusto Torrado llevaba años pintando. Sus cuadros los malvendía en el Mercadillo, a los turistas que se los compraban por lo baratos que los daba. Augusto Torrado era el primero en reconocer que sus obras no pasaban de ser mediocres. Les faltaba lo que muy substancialmente diferencia al artista vulgar, del genio, y era que sus cuadros no emocionaban, no admiraban, por carecer de lo primordial, lo que todos los artistas persiguen: despertar sentimientos, emociones, poseer alma.
Augusto consideró la posibilidad de conseguir algo de éxito si, en vez de dedicarse a pintar paisajes, pintaba seres humanos. Y el primer paso que dio fue romper la hucha de sus ahorros y contratar a una modelo muy cotizada.
La modelo era bellísima, se llamaba Rita, como la patrona de los imposibles, e imposible fue para el pintor, nada más conocerla, no enloquecer de pasión por ella.
Un día en que se le subió la lujuria a la cabeza, Augusto le pidió relación amorosa, y se llevó una buena mortificación pues ella lo despreció y humilló llamándole gordo asqueroso, y se negó a posar más para él.
Pasaron algunos años y la veleidosa fortuna convirtió a Augusto en un afamado pintor cuyas obras se hallaban entre las más cotizadas del mundo deformando los objetos que pintaba. Convertía un rostro en un rompecabezas sin terminar, una lechuga en una pista de tenis y transformaciones tan desquiciadas como éstas.El recuerdo de Rita se le había borrado. Multitud de mujeres hermosas lo encontraban genial, bello y, sobre todo, rico y famoso. Fotografiarse con él, y no digamos tener un romance con experiencia de cama incluido, ponía a cualquier hembra ambiciosa en la cresta de la ola.
Rita, viéndole a él triunfante, teniendo ella su hermosura marchita y la pobreza por compañera, se arrepintió amargamente de haberle despreciado. Y para sumarle todavía más amargura, un compositor argentino compuso un tango que retrataba, amarga y siniestramente, su desdichada situación actual.

Sola, fané, descangayada, la vi esta
Madrugada salir de un cabaret; flaca, dos cuartas
De cogote y una percha en el escote bajo la nuez
Chueca, vestida de pebeta, teñida y
Coqueteando su desnudez, parecía un gallo
Desplumao, mostrando al compadrear el cuero
Picoteao, yo que sé cuando no aguanto
Más, al verla así, rajé pa’ no llorar.

 

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