ÉL HABLABA CON ELLA (MICRORRELATO)

TAZAS

 

El matrimonio que recientemente había alquilado la casa adosado que Jorge López tenía a la derecha de la suya, pensaba que éste hombre, de menos de cuarenta años, bien parecido, excesivamente delgado, y probo empleado de banca, estaba mal de la cabeza porque todas las tardes, a la cinco, si ellos miraban por encima de la valla que separaba ambas propiedadesen, veían como su solitario vecino llevaba a la  mesa que tenía en su jardincito dos tazas de té, e iba bebiendo alternativamente de una taza y de la otra taza mientras hablaba solo todo el tiempo, mostrando, generalmente, expresiones de profunda tristeza.
—Pobre hombre, tan joven todavía, y lo majareta que está –criticaban los vecinos nuevos, viéndole actuar de aquel modo que jugaban desquiciado.  
Esta pareja de fácil y equivocado juicio,  ignoraba que Jorge López había esparcido por el jardín, sobre el parterre donde tenía plantadas rosas rojas,  a escasos dos metros de donde él se situaba, las cenizas de su joven esposa, a la que amaba con toda su alma,  y había  perdido recientemente en un desgraciado accidente de coche. Y que sostenía convercaciones con ella convencido de que lo acompañaba desde el mundo invisible. Con este acto ilusorio y consolador, Jorge López la mantenía aún, desesperadamente, con él.