ELLA VINO A POR ÉL (MICRORRELATO)

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(Copyright Andrés Fornells)

Un hombre mayor se hallaba sentado en el baqueteado sofá de su modesto apartamento. La soledad y el silencio le oprimían como si fueran fenómenos sólidos, prensiles. Él no tenía ganas de nada, ni tan siquiera de vivir. Había agotado por completo el deseo de existir. Cada segundo que transcurría, la existencia se le hacía interminable.
De vez en cuando sus resecos labios se entreabrían para susurrar un nombre:
—Elisa…
Transcurrió una eternidad. El anciano respiraba cada vez con mayor dificultad. Tenía la angustiosa sensación de que la estancia en la que se hallaba, se estaba quedando sin aire.
Repentinamente, lo que llevaba muchos años esperando, sucedió. Apareció y se juntó repentinas una nube de partículas doradas con las que se formó una figura femenina que él, embelesado, reconoció enseguida. Su voz recobró de pronto la fuerza que tuvo en su juventud:
—¡Elisa! —exclamó jubiloso.
—Sí, mi amor, soy yo —dijo el traslucido ser venido desde el imperecedero mundo invisible—. No me permitieron antes venir a por ti. Y lo estaba deseando tanto, tanto. Dame tu mano, cariño. Nos vamos a ir juntos para no separarnos jamás.
El hombre exhausto, acabado, se transformó al instante en otra figura formada por finas, diminutas partículas doradas. Y abandonando su asiento tomó la mano de la mujer que había venido a buscarlo y se marchó con ella cumpliendo así, ambos, la promesa que se habían hecho tantas veces en vida; amarse más allá de la muerte.

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