EL ANCIANO Y LA SUERTE (MICRORRELATO)

sonrisa viejo102579
EL ANCIANO Y LA SUERTE
—Toc-toc —se escuchó en la humilde morada de un anciano.
—¿Quién es? —preguntó éste caminando hacia la puerta con cansino arrastrar de pies.
—Abre que te traigo buenas nuevas.
El viejo abrió y se encontró a un extraño personaje con la mitad de su cuerpo blanco y la otra mitad negro.
—¿Quién eres tú? —le preguntó sorprendido, al visitante, sin invitarlo a entrar.
—Soy la suerte. La buena suerte hoy.
—Pues vaya. ¿Qué quieres de mí? —observándole con desconfianza el anciano.
—Vengo a traerte todas las cosas que me pediste mucho tiempo atrás. Fortuna, amores y aventuras.
—Lárgate de aquí antes de que mis artríticas manos te cojan por el cuello y te estrangulen.
—No te entiendo. He venido a favorecerte —desconcertada la recién llegada.
—¿No me entiendes, cabrona? Me traes fortuna cuando ya no voy a poder disfrutarla porque estoy a un paso de la tumba, me traes aventuras, cuando apenas me quedan fuerzas para moverse y amores cuando estoy ya impotente? ¡Vete a la mierda, sádica!
Y el viejo furibundo le dio a la suerte con la puerta en las narices.
Así es la suerte. No se puede confiar en ella, pues nunca te da lo que necesitas, cuando lo necesitas, y cuando ya no lo necesitas se burla ofreciéndotelo.