EL HECHICERO QUE MINTIÓ A SU TRIBU (MICRORRELATO)

hechicero

Un astuto hechicero había hecho creer a su tribu que él, con sus bailes a la luz de la luna agitando calabazas llenas de piedras conseguía que lloviera con frecuencia manteniendo, gracias a sus ceremonias sagradas, fértil la tierra y caudaloso el río para que pudieran seguir vivos los peces que ellos pescaban y comían.
Para tenerle contento y que siguiese procurandoles prosperidad con sus ritos mágicos, en su poblado todos le hacían continuos regalos y la ofrenda que él más valoraba, gozar de las muchachas más jóvenes y bellas. 
El hechicero, alcanzada una avanzada edad, murió dejando tras de sí más hijos  que pulgas pueda reunir un perro callejero. Creyéndole todos un gran benefactor de la tribu lo enterraron con honores, consistentes en una lluvia de flores sobre su tumba.  Pero como las lluvias se fueron manifestando con igual regularidad sin necesidad de que él ni nadie bailara para provocarlas, todos los habitantes del poblado se dieron cuenta de que el hechicero les había estado engañando durante muchas décadas dejandoles todo el tiempo sin muchachas vírgenes y, para castigarle como consideraban que merecía, convirtieron su tumba en letrina pública que los rencorosos ensuciaban hasta sin tener ganas de descomer.

MORALEJA: Todo el que engaña puede recibir por ello un castigo desproporcionado, pues la mentira es maldad y el que maldad siembra, a menudo, maldad recoge.

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