DOS NIÑOS Y EL DNI CANINO (MICRORRELATO)

Dos niños sentados en un parque se aburrían. Era raro en ellos porque ambos poseían enorme imaginación y extraordinarias ganas de divertirse. Pero a pesar de que lucía un sol esplendoroso, ellos tenían la mañana gris y no se les ocurría nada. De pronto uno de ellos observó que dos perros se olían el trasero realizando en esta operación una especie de improvisado ballet, y volviéndose hacia su amiguito le dijo:
—Mira esos chuchos, Javi. Oye, ¿por qué siempre que dos perros se encuentran realizan eso mismo?
El preguntado observó a los animales, se puso a pensar cogiéndose la barbilla como había visto hacer a su padre los fines de mes, y de repente se le iluminaron las bombillitas de los ojos y afirmó con la contundente seguridad que procuran el entusiasmo y la inexperiencia:
—Es que los perros llevan su DNI en el lugar donde están oliendo, y esa es su forma de identificarse.
—Pues vamos a impedirles que se identifiquen.
Y los niños corrieron hacia los perros palmoteando y riendo (se les había pasado el aburrimiento), y los asustaron, y los perros dejaron de comprobarse los DNI y cada uno tomó con premura una dirección diferente, las orejas gachas y el rabo entre las piernas, signos ambos de frustración. Y esta travesura curó de su aburrimiento a los dos pequeños.
El sol, que no se ocupa para nada de los humanos, aunque los beneficia tantísimo, seguía calentando sin alterarse lo más mínimo, impasible, abrasante, casi eterno (lo de casi viene porque calculan que dentro de 5.000 millones de años empezará a apagarse; que preocupante resulta este dato, ¿verdad?)

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