MUNDO FUTURO (MICRORRELATO)

(Copyright Andrés Fornells)
El mundo se había convertido por completo en un mercado global. Todo se vendía y se compraba, incluidas la conciencia y el prestigio. No quedaba nada gratis. Los gobiernos cobraban a sus ciudadanos por el aire contaminado que respiraban y por el sol que los bañaba cuando salían a la calle, y solo en zonas donde los edificios altísimos no se lo tapaban A quienes se morían antes de la edad laboral fijada por los gobiernos, no podían cobrarles por esta infracción, pero si tenían la obligación de pagar por ella sus familiares. Para poder cantar, silbar o reír había que sacarse un carné semanal que autorizaba el poder realizar tales actos improductivos por los que se pagaba.
Quienes controlaban todas estas medidas, abusos y prohibiciones no las consideraban crueles, sino medidas imprescindiblemente disciplinarias, porque los seres humanos tenían tendencias viciosas a cometer actos innecesarios, inútiles, improductivos, esgrimiento la excusa de que les alegraba o les hacia felices. La palabra libertad fue eliminada de todos los léxicos y todos los libros por considerarla subversiva y sediciosa. Los libros antiguos que la llevaban, los quemaban porque salía infintamente más barato que reescribirlos o tachar esa palabra.
La publicidad había alcanzado su máximo esplendor.  En lo alto de un edificio un hombre que no quería seguir viviendo en un mundo tan controlado, esclavizante y opresor, gritó que iba a tirarse desde aquella altura y terminar con una existencia que le habían convertido en horrible, insoportable, invivible.
El reportero de la televisión de máxima audiencia, que estaba retransmitiendo este suceso, le dijo al aspirante a suicida:
—Un momento. No se tire todavía, que tenemos que poner una cuña publicitaria.
Aquel pobre tipo estaba tan adocenado, tan aborregado, que no se suicidó hasta que el director del telediario le invitó a hacerlo. Todos sus familiares, por no haber evitado su muerte, fueron multados con la cantidad que el suicida habría ganado trabajando hasta los setenta años. Los medios afines al gobierno llenaban paginas y más paginas glosando la libertad y la dicha que gozaban los ciudadanos. A los que se rebelaban o no mostraban una sonrisa feliz los hacían desaparecer del modo más misterioso y eficaz pues no dejaban rastro alguno. Los extraterrestres que lo visitaban, juzgando sus sonrisas, por lo que no era,  llamaban a la Tierra el Mundo Feliz.

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