EL PROBLEMA DEL BELLO APOLO (MICRORRELATO)

(Copyright Andrés Fornells)
La belleza física tiene muchas ventajas a la hora de despertar amor, pero también cuenta con algunas desventajas. Por lo menos así lo entendía Apolo que, por su extraordinaria hermosura varonil, atraía a todas las mujeres que lo veían y, a él, se le planteaba un importante dilema: ¿Solo contaba para ellas su belleza o también contaba su intelecto?
Como este asunto le preocupaba, un día que se reunión con Zeus, su padre, y le preguntó:
—¿Qué puedo hacer, padre, para saber si una mujer que se confiesa enamorada de mí no está únicamente enamorada de mi atractivo físico?
—Lo tienes sencillo, hijo. Cada mujer que exprese su deseo de conocerte ordena a tu criado que vende sus ojos antes de llevarla a tu presencia y, una vez la tengas delante de ti conversa con ella durante media hora. Aquella de todas ellas, que la escuches suspirar más dulcemente escuchándote, será la que se habrá enamorado de tu inteligencia y de tu encanto personal.
Apolo siguió el consejo de su padre y durante todo un día ordenó a su criada fuera trayendo a su presencia, con los ojos vendados, a las numerosas jóvenes que deseaban conocerle. Finalmente, cerca ya de la noche, Apolo pidió a su criado llevara a su presencia a la joven que él había considerado había suspirado más dulcemente. Pero cuando su servidor le quitó la venda a la escogida, la rechazó por lo fea que era.
Su padre, enterado de este hecho le dijo entonces a su hijo:
—Apolo, te mereces lo que encuentras, porque tú tampoco ves en las mujeres más allá de su belleza física.

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