ENAMORADOS (MICRORRELATO)

Una noche, mientras los dos solos compartían intimidad y confidencias, bebiendo sorbo a sorbo una botella de buen vino, alumbrados por unas danzantes velas de colores y escuchando, muy bajo de volumen, “El lago de los cisnes”, de Tchaikovsky, la mujer hizo al hombre que la contemplaba con ojos embelesados una pregunta que nunca antes se había atrevido a formularle:
—Cariño, has llevado una vida aventurera, has conocido mucho mundo y a un buen número de mujeres, ¿por qué te enamoraste de mí y no de alguna otra de ellas?
Esta pregunta lo cogió a él por sorpresa, pues lo tenía muy claro.
—Verás, me enamoré de ti porque nada más conocerte te vi con los ojos del alma. Y a medida que te fui conociendo mejor me enamoré de tu risa, de tus tristezas, de la inigualable belleza de tus sentimientos. Y supe que mi mayor deseo, la primordial necesidad en mi existencia era permanecer siempre contigo, envejecer a tu lado, cuidarte, dedicarte hasta el último minuto de mi vida, porque todo esto es para mí la felicidad suprema y por nada del mundo renunciaré a ella.
Aquella pareja de auténticos enamorados dejaron las copas a medio beber, pues la acuciante necesidad de amarse se les hizo inaplazable.
Tchaikovsky terminó su genial melodía. Los dos amantes ni se dieron cuenta, estaban interpretando su propia música de jadeos y gemidos gozosos.

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