FALIFAS, UN SIMIO MUY INTELIGENTE (microrrelato)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(Copyright Andrés Fornells)
Un pequeño pueblo malayo contaba entre sus habitantes con un anciano llamado Abdias cuya única posesión en el mundo era un macaco al que amaba como a un hijo, y al que el animal correspondía con continuas muestras de cariño, como demostró cuando el anciano cayó enfermo preparándole platos de sopa de verduras para que no muriese de inanición.
Cuando Abdias sintió que habían llegado a los últimos días de su vida, llamó al único familiar que tenía, su sobrino Gabai, y le dijo:
—Si me prometes que cuidarás bien de él, te dejaré en herencia mi única posesión, mi monito Falifas.
—Muchas gracias, tío. No te preocupes que yo cuidaré perfectamente de él.
—Hazlo. Pórtate bien con Falifas y él te ayudará en lo que pueda. Falifas es mas inteligente que muchas personas que conozco y debes ser siempre justo y respetuoso con él.
—Seré justísimo con él, tío. Muere tranquilo.
Al día siguiente el anciano Abdias pasó a mejor vida. Su sobrino se llevó a Falifas con él y lo primero que hizo fue enseñarle a subir hasta el penacho de los cocoteros, arrancar cocos y tirarlos abajo. Gabai, con la ayuda de un machete les quitaba a los cocos la gruesa cascara exterior, y luego los llevaba al mercado donde los vendía.
Falifas, observándole, pensaba que si a su antiguo y cariñoso dueño se le hubiese ocurrido montar aquel fácil negocio habría vivido bastante menos pobre de lo que vivió.
Gabai no cumplió la promesa hecha a su moribundo tío pues trataba muy mal a Falifas. No le permitía guarecerse en su choza los días de lluvia y, asimismo dándole tan mal de comer que el macaco se estaba quedando en los puros huesos.
Una mañana Gabai, al levantarse, descubrió que Falifas había huido. Decisión que el animal tomó por no considerarle merecedor de su lealtad y su ayuda.
Falifas marchó a Kuala Lumpur y allí, en la capital de Malasia, vendiendo cocos que él recogía, quitaba su corteza y vendía (proceso aprendido del perverso Gabai), fue el primer simio de la historia, aparte de la Chita de Tarzán, que se convirtió en millonario.