REFRAN: A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO (MICORRELATO)

  • (Copyright Andrés Fornells)
    Están muy equivocados aquellos que creen que, sin realizar mayor esfuerzo que pedirle a Dios un milagro, lo van a obtener igual de fácil que se obtiene una Coca-Cola echando una moneda a la máquina automática.
    Sobre este refrán existen, que yo sepa, dos versiones. La primera versión es: Hubo una vez un carretero que, avanzando con su carro cargdo hasta arriba por un camino lleno de adoquines, de pronto se le rompió una rueda. El hombre vio que venía san Bernabé andando por el camino  donde se encontraba él , y consideró esperanzado. <<Este hombre es santo, debe tener una estrecha relación con Dios y podrá pedirle que me favorezca>>. Y cuando el carrero tuvo al santo delante de él le dijo:
    —Oiga, hombre bueno, usted que tiene frecuente contacto con el  milagrero Dios, ¿podría hacerme el favor de pedirle que me arregle la rueda del carro que se me ha roto?
    San Bernabé, que tenía merecida fama de socarrón, respondió al suplicante:
    —Hermano, yo le pediré a Dios lo que tú me has pedido a mí, pero mientras tanto, por si acaso Dios está tan atareado que no puede ayudarte, a ti más te valdrá agarrar el mazo y ponerte a reparar la rueda que se te rompió.
    La segunda versión es: En la Edad Media las monjitas de un convento que se hallaba en la ruina, encargaron a un escultor, que alguien equivocadamente les recomendo, les esculpiera una imagen de san Próspero para poder ella rezarle y pedirle las sacase de la terrible situación económica en la que se encontraban.
    El escultor, que era más vago que hecho de encargo, se levantaba todos los días cerca del mediodía, miraba el bloque de piedra donde debía esculpir a san Próspero, y elevando la mirada a lo alto pedía:
    —Querido Dios mío, tú que le tienes cerca y sabes mejor que yo como es san Próspero, hazme el favor de esculpirlo en esta gran piedra y podrás contar con mi eterno agradecimiento.
    Lógicamente, nunca tenía lugar lo que él pedía.  El padre de este haragán, harto de escucharle y harto de su holgazanería, le dio el mazo y le dijo, enojado:
  • —Muy bien, continua rogando a Dios, pero dale con el mazo a la roca, grandísimo gandul.
    Y finalmente se obró el milagro que aquel escultor haragán quería: La imagen de san Próspero no se la esculpió Dios, pero si lo hizo su padre de él, escultor también,  que compadecido de las pobres monjitas  realizó el trabajo que se le había pedido a su vago hijo. Y las hermanas tuvieron una imagen de san Próspero al que pedirle las sacara de la ruina en que estaban. Nadie dejó escrito si el santo se hizo el sordo o las sacó de la miseria en la que estaban. Muchas historias antiguas pecan de un mismo defecto: Han llegado a nosotros incompletas.