DANIELLE ERA PARISINA (MICRORRELATO)

 

 

 

 

 

 

(Copyright Andrés Fornells)
París, ciudad bellísima, dinámica, bulliciosa, aturdidora. Calles, plazas, edificios, jardines llenos de magia. Mezcolanza de razas. Gente con prisa, gente sin prisa ninguna. Restaurantes, bares y sobre todo boutiques. Devoradoras de moda todo el tiempo entrando y saliendo de ellas. Se entrelazan en el aire los más exquisitos perfumes del mundo. Y para los hombres, sobre todo, París es la ciudad que posee más mujeres hermosas, elegantes y seductoras del mundo entero. Las mujeres parisienses, hasta las que no lo son, parecen bellas. Las mujeres parisinas se mueven con una sensualidad especial, irresistible, entre voluptuosas y vampíricas.
Danielle era una de ellas. Alberto la conoció en un café. Alberto se enamoró fulminantemente de ella. A Danielle le bastó el lujurioso movimiento de sus rojos y carnosos labios, fumando un cigarrillo, para conseguirlo.
Danielle necesitaba varios hombres para seguir alimentando su ego de mujer irresistible, sexualmente insaciable. Alberto la quería para él solo, pero con tal de no perderla estuvo procurándole amantes hasta que un día, no pudiendo soportar más tiempo el sufrimiento de compartirla, la tortura de los celos, envenenó el contenido de una botella de champán,  Compartió esta bebida con Danielle y consiguió dejar de sufrir por ella. Había logrado el gran sueño de los amantes locos:  «mourir d´amour».

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