EL PELIGRO DE QUE NUESTROS HIJOS NOS IMITEN (MICRORRELATO)


  • (Copyright Andrés Fornells)
    La mujer estaba en la cocina preparando la cena. Se hallaba todavía ocupada en esta tarea  cuando llegó su marido del trabajo. Dejó su maletín encima de la mes adel tresillo. entró en la cocina, besó las mejillas de su consorte y acontinuación preguntó mostrando gran interés:  
    —¿Y los niños?
    —Ahí fuera, en el jardincito, están jugando.
    El hombre cogió un botellín de cerveza de la nevera y se asomó a la ventana en el momento en que su hijo de seis años acababa de encerrar a su hermanita de cinco en una especie de rectángulo hecho con tres sillas y una tumbona, todas ellas de plástico, y le decía imitando el tono escuchado emplear a los adultos:
    —Tú eres la abuelita Encarna  y como te has convertido en un estorbo para nosotros, te vamos a encerrar en una  residencia para ancianos. 
  • –A mí no me gusta estar encerrada –protestó la chiquilla.
  • Los niños estaban imitando a sus padres con respecto a su abuela Encarna a la que, meses atrás,  habían dejado recluida en una asilo. El hombre sintió que los remordimientos le laceraban el corazón. Se volvió hacia su mujer que estaba sacando del microondas la pizza casera elaborada por ella y le dijo:
    —¿Sabes una cosa, Luisa? Cuando seamos viejos, tú y yo terminaremos en el mismo sitio que ha terminado mi madre.
    —Nuestros hijos… —no terminó ella su frase que habría sido: “no nos harán eso”.
    Él le indicó que mirase por la ventana y escuchase lo que hablaban los pequeños mientras jugaban. Y su esposa sintió tanta pena que empezó a llorar, pues ella había sido la principal instigdora para que su suegra terminase donde se encontraba ahora. Y se acordó de un dicho muy antiguo cuyo significado entendía ahora perfectamente: «Quién a hierro mata, a hierro muere». 

Read more