COSAS DE NIÑOS: MANU DESEABA SER TORTUGA (MICRORRELATO)

 

 

 

 

 

En un solar dos niños sentados encima de un palé lleno de ladrillos cubiertos por una capa de plástico transparente, combaten su aburrimiento fantaseando.
—Tino, ¿sabes qué me gustaría ser? —dice uno al otro, librando sus ojos del flequillo que los cegaba.
—¿Futbolista, Manu? —aventura su compañero que está tratando de hacer un agujero en el plástico con la ayuda de una ramita.
—No. Futbolista no. Han de correr como descosidos, y reciben muchas patadas. A mí me gustaría ser una tortuga.
—¡Bah! ¿Y eso por qué?
—Por qué no hacen nada. Las tortugas no hacen nada y viven mogollón de años. Incluso más de cien.
—¿Y eso es bueno? Los conejos, los perros y los caballos lo pasan mejor pues corren y saltan todo el tiempo, se divierten —defiende Tino.
—Sí, corren y saltan todo el tiempo; pero los conejos viven solo ocho años, los perros 14 y los caballos 25.
Su interlocutor ha entendido su punto de vista.
—Total, Manu, que tú piensas que los vagos viven mucho más tiempo que los laboriosos. Ahora entiendo porque tú nunca haces los deberes del cole.
—Sigue mi ejemplo, Tino. Vive sin prisas, sin correr nunca y llegarás a muy viejo.
—Puede que tengas razón, Manu —admite su compañero que ha conseguido finalmente atravesar el plástico con la ramita.
—¡Mi padrino! —exclama de pronto el niño que aseguró desearía ser tortuga, y sale corriendo como una exhalación.
Tino, que se ha quedado sentado, observa totalmente perplejo como su amiguito además de la rápida carrera que se ha echado, salta, abraza y besa a su padrino que al final, emocionado por sus entusiastas muestras de cariño le da, como otras veces, dinero.
Las tortugas pueden ser siempre lentas porque ellas no precisan tener dinero para comprarse chucherías. Ellas comen verduras, flores y hojas, cosas éstas que no necesitan comprarlas. Los humanos que quieren parecerse a ellas suelen pasarlo muy mal, y finalmente encuentran mucha dificultad en lo de llegar a centenarios.

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