LOCO POR EL FÚTBOL (MICRORRELATO)

futbol

LOCO POR EL FÚTBOL

          Una de las cualidades sobresalientes de Lucía Lobato era la constancia. La constancia es una cualidad que permite a la persona que la posee lograr objetivos que, para la persona que carece de constancia son imposibles de alcanzar.

          Lucía se había echado un novio cuando todavía estudiaba el bachiller con las monjas ursulinas. Era una buena alumna según el parecer de las religiosas a cuyas clases asistía. No daba problemas, vestía con sobriedad y recato, y aprobaba todos los cursos.

          Fue en esa época que conoció a Arturo Pilón, un empleado de banca con menos futuro que una roca a la hora de flotar.

          A Arturo Pilón lo único que de verdad le apasionaba de verdad era el fútbol. Como jugador era mediocre y dominaba la pelota peor que un mendigo su higiene alimentaria. Pero el que no dominase la pelota en absoluto significaba que no le gustase con locura darle patadas y algún que otro cabezazo.

           Lucía Lobato tardó once años en conseguir que Arturo Pilón la llevara al altar. Lucía Lobato hizo oídos sordos a su familia que se cansaba de aconsejarla que se buscara un novio que le gustase menos el fútbol y más trabajar.

          Total, que ambos se casaron encontrando un cura que no respetaba fechas, pues les unió en santo matrimonio el uno de mayo, fiesta del trabajo.

           El día que Lucía Lobato dio a luz a su primer hijo (y único con Arturo Pilón), tuvo que confiar, para todo, con su familia, porque su marido se había ido a jugar al fútbol en vez de estar con ella y ayudarla en el parto.

Cuando Arturo Pilón regreso de jugar, un vecino le dijo:

           —Mientras tú estabas en el campo de fútbol dándole patadas a un balón, tu mujer ha traído al mundo un niño.

           —¡Hombre, fantástico!, ese será futbolero como yo.

           Arturo Pilón entró en su casa y se tropezó con su suegro que le doblaba en volumen corporal y mala leche, quién le dijo, desabrido:

           —¿Qué mierdas has venido a hacer tú aquí, desgraciado?

           —He venido a estar con mi hijo —respondió Arturo bastante arrugado de ánimo y de cuerpo.

           —Ahora mismo te lo daré. Espera aquí en la puerta.

           El padre de Lucía Lobato le dio a su yerno un balón de fútbol, una patada en el culo y una advertencia:

           —Como vuelvas a acercarte a esta casa te capo.

           Ante tan serio aviso de que podía quedarse sin sus preciadas pelotas, Arturo Pilones decidió conservarlas y no aparecer más  por la casa de una mujer que no lo comprendía, un suegro que no le quería y un hijo que podía restarle horas que él podría dedicar al fútbol.

 

 

 

Read more