LA PRINCESA CLAVELINDA Y EL CISNE NUBEBLANCA (Microrrelato)

cisne

LA PRINCESA CLAVELINDA Y EL CISNE NUBEBLANCA

(Historieta de hadas)

          Nubeblanca era un cisne bellísimo, tan bellísimo que todo el que lo veía quedaba prendado de él. Se encontraba en el espacioso estanque de un parque público y era la gran atracción del mismo. La fama de su hermosura se extendió hasta tal punto que venían a verlo y admirarlo gentes desde los cuatro rincones del planeta.

         Había una princesa llamada Clavelinda que coleccionaba cisnes y tenía en el pequeño lago de su palacio una considerable colección de estas notables aves. Clavelinda vio una mañana a Nubeblanca deslizándose majestuosamente por las verdes aguas del estanque venir hacia donde ella se hallaba y detenerse delante de ella. Princesa y cisne cambiaron una mirada de mutua fascinación que duró varios minutos, el tiempo que tardó el haya de Clavelinda en recordarle que debía regresar a palacio y escribir el discurso que su padre le había pedido para reclutar entre sus siervos jóvenes que quisieran convertirse en soldados a los que enviar a la Guerra de los 100 años. Encaprichada de Nubeblanca, la princesa pidió a su chambelán que la consiguiera al precio que fuera y la llevase a su lago junto a los demás cisnes que allí tenía.

         Y a partir de entonces la princesa y el cisne se pasaban horas contemplándose embelesados. Y un día, para sorpresa de Clavelinda,  Nubeblanca le reveló, derramando cascadas de lágrimas tristes, su sorprendente secreto:

          —Hermosísima princesa, yo no soy como me ves. Yo soy un patito feo al que la caprichosa bruja Guasasia convirtió en un bello cisne y según ella me dijo, el día 25 de diciembre dejaré de ser un bello cisne y me convertiré de nuevo en el patito feo que era antes de que esa guasona harpía realizara en mí ese extraordinario hechizo.

         —No me importa que seas un patito feo. Lo que me enamora de ti es la bellísima alma que posees y que veo asomada a tus luminosos ojos cada vez que me miro en ellos —confesó la enamorada princesa.

         —Oh, gracias, gracias. Aunque tú fueras una patita fea yo también te amaría por la bellísima alma que resplandece en tus ojos.

         Y llegó el 25 de diciembre, el día que supuestamente el cisne se convertiría en patito feo, pero esto resultó ser otra broma de la bruja Guasasia pues en realidad convirtió a Nubeblanca en un apuesto príncipe que esposo a Clavelinda y ambos fueron inmensamente felices (eso sí) comiendo, casi todos los días, perdices. 

 

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