UN HOMBRE DESESPERADO (Microrrelato)

hombre

UN HOMBRE DESESPERADO

        Agapito Muelas, muy consternado y abatido, contaba a su amigo Celso Pelilla, sentados ambos a una mesa del bar que frecuentaban:

        —Nada, no he conseguido nada de Liliana. Cuando a los dieciocho años le declaré mi amor, ella me rechazó diciendo que yo era demasiado joven, y ahora, a mis 53 años, me ha rechazado diciendo que soy demasiado viejo. Estoy desesperado. ¡Muy desesperado! Voy a cometer una barbaridad.

Su amigo Celso le vio tan fuera de sí, retorciéndose con rabia las manos, la boca apretada formando una línea recta y con un brillo extraño y preocupante en sus ojos, dijo evidentemente alarmado:

        —No estarás pensando en pegarte un tiro, ¿verdad? Cometerías con ello la mayor barbaridad de toda tu vida.

Agapito soltó tan atronador suspiro que milagro fue no expeliera por su boca los dos pulmones sanos de no fumador que poseía y, a continuación, con voz que sonó profundamente trágica respondió:

        —No estoy tan loco como para pegarme un tiro, lo que voy a hacer será comprarme una muñeca hinchable.

        —¿Cómo mi Puri? —repentinamente jocoso su interlocutor.

        —No la mía será morena. ¿Y sabes qué nombre le voy a poner?

        Su amigo le ofreció por toda respuesta una alegre y estentórea carcajada.