PERRO PSIQUIATRA (MICRORRELATO)

PERRO PSIQUIATRA

Troyano, mi perro, observa mi conducta cívica con admirable preocupación, y se arrima a mi pierna como dándome a entender que él me protegerá llegado el caso de que yo precise su protección.

Mi perro es tan inteligente que se ha dado cuenta de que yo no soy seguidor de cierta moda que se está imponiendo de un modo que parece, momentáneamente, imparable: la moda de los malos modos.

Una moda que yo no sigo, pues continúo dando los buenos días cuando entro en un establecimiento y doy las gracias agradeciendo un servicio. Uso el usted con los ancianos y personas desconocidas, ayudo a los ciegos a cruzar la calle y, a levantarse del suelo al que se ha caído, en ver de desternillarme de risa como hacen algunos. Mantengo en mi cara una sonrisa amistosa, benevolente, y nunca me ha escuchado hablar mal de nadie.

Afortunadamente, para que la preocupación de Troyano por mí no aumente, no es testigo de que yo permito a las damas subir al autobús antes que yo, lo cual motiva que a veces me tenga que quedar yo en tierra.  Y mi asistencia a eventos deportivos sin que insulte yo a nadie ni acuse de ejercer una profesión poco edificante a las madres de los árbitros.

En fin, es por la actitud protectora que Troyano me demuestra todo el tiempo, que es merecedor de que yo lo pondere como poseedor de conocimientos psiquiátricos.